viernes, 3 de enero de 2025

Cuando la luna es un cascabel; cuando el sol es una gigantesca farola, estamos en terrenos poéticos. La poesía, mejor con una jarra fría de cerveza, sin alcohol, eso sí. Y ya contamos aquí la historia de ese hombre que estaba en la terraza, en pleno mes de agosto, tomándose un vinito, acariciado todo él por la ligera brisa del mar. Qué placer irrepetible. Andando los días, quizás yo pueda hacer lo que hizo este señor. Pero qué pereza da acercarse al mar para que la sutil brisa marina te empape de felicidad. Solo fue una tarde, pero una tarde memorable, de las que dejan huella en el calendario. Y así, yo llego a la playa, coloco la sombrilla para hacer frente al astro rey y me voy al mar, a ese mar tan grande que no le veo el fin.

La trágica alegría de desear

es dada a todo el mundo.

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