La Tierra nos deja vivir, no se acelera ni se para nunca. Los astros nos respetan el sitio que ocupamos en el universo. Podemos alegrarnos, podemos ser felices ya que el mundo es perfecto. No bien nos despertamos, la Tierra nos acoge en su seno blando y divino. Salimos a andar a la calle y la calle también quiere ser un signo de la perfección de este mundo. Está el supermercado que nos abastece, está esa vecina a la que decimos hola, está la mañana prestándonos su luz. Vemos a unos amigos que se sientan en un banco en el parque y nos expresamos. Nuestro aparato fonador, tan perfecto, nos permite hablar, nos permite construir frases con las que comunicarnos. La brizna de hierba surge del asfalto y nos da un ejemplo de las ganas de vivir que tiene el mundo. Los perros ladran de pura felicidad. Yo soy feliz también como los transeúntes, como la hierba, como el cielo azul.
El cielo tan azul,
los árboles tan verdes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario