miércoles, 26 de febrero de 2025

 A mí estas líneas que escribo me hacen contener la rabia de no estar en Torremolinos o en Torrevieja. Y luego, hablo con mis amigos que me calman la mañana lejos del mar. Y luego voy y como y me tiendo a meditar en la cama y medito que no estoy frente al mar sino que estoy muy mar adentro, demasiado mar adentro; tanto, que aquí no llega el rumor de las olas y las gaviotas y tampoco llega la brisa marina tan refrescante. Aquí solo llega la influencia de unas montañas muy erosionadas, muy antiguas que me hacen la vida imposible, que me hacen llorar muy por dentro, muy por dentro, tan dentro que nadie lo ve ni lo siente. Y yo me canso de llamar al mar y el mar no contesta, debe de estar muy ocupado el mar con su mover olas por la playa y todo eso. Y luego, hablo con otros que no tienen ese deseo de mar y solo hablan de fútbol y del dinero que cuesta un paquete de café y todo eso. Y yo me lleno de llanto porque yo estoy solo en la añoranza del mar.

El mar está lejos, muy lejos.

Tan lejos que no lo ve nadie y tampoco yo lo veo.

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