Lo cotidiano no suscita grandiosidad. Sean las dificultades de la vida a las que nos tenemos que enfrentar, sean las horas dichosas de un verano junto al mar, sean actos que hacemos para mejorar el clima humano, sea un viaje de muchos kilómetros, sea conocer a una persona influyente en nuestras vidas, sea escribir una novela, sea estar ocupado de unos hijos, sea ayudar a un hermano a que salga a flote de una enfermedad, sea un idilio amoroso, sea visitar una ciudad que nos marque, sea pasar un día de campo, sea lo que sea que nos ausente de lo cotidiano, es lo que nos hace ser felices. El día a día nos cierra la puerta a lo maravilloso. El día a día nos hace ser más feos espiritualmente. Un mañana ilusionante no estaría mal en estos días que se repiten.
Día a día se va ganando el terreno
para luego, pasarlo bien.
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