lunes, 24 de febrero de 2025

 La noche vino ayer y hubo un incendio de farolas. Alumbraban mi ser escondido en casa. Alumbraban la calle como quien alumbra un deseo. Y yo me vi atado, me vi sujeto a un horario. La pequeña tristeza se había ido antes de que la luz naciera en lo alto. Y no hubo más que una llamada telefónica. Y no hubo sino la certeza de que estábamos solos. Pero la vida se hace hueco en cualquier corazón. La vida se cuela en las venas más frías. La vida es para todos, como el sol. Leí un poco. Vi un poco la televisión. La noche cuajaba en mi sangre un helado de limón. La noche me indujo al sueño pero yo gané una batalla. Gané también la guerra, la guerra de la depresión.

Tristeza que se sujeta al fluir de la sangre.

Pero se agota en el empuje de la felicidad de los días.

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