Por Madrid van unas chicas o mujeres, no sé cómo habría que llamarlas, que van muy guapas ellas y además, visten muy bien. Estas chicas y los chicos que mariposean alrededor de ellas, están en otra onda que la mía. Estas chicas quieren gustar y lo hacen en la primera mirada que se las dirige. Luego, va un hombre viejo y cansado, la cara llena de barbas, que avanza muy despacio cargado de mochilas. Es un sin techo. El contraste es bestial. Son dos mundos que hay en Madrid. Uno ríe y otro lo pasa mal. Uno busca habitación para amarse y otro busca un rincón de la calle para no pasar frío, el frío matador de la noche de Madrid. Y así, me vengo yo en el autobús sorprendido de lo que he visto con mis ojos. Toda igualdad se revienta en mi mente, se hace trozos en mi pensamiento, muere al pensar que la vida es casi la muerte.
Moncloa:
la farola alumbra al exultante y al necesitado.
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