domingo, 23 de febrero de 2025

 Había un hombre que reflexionaba sobre el mundo y quiénes lo habitan. Para sí se preguntaba: ¿Para qué valen los curas? Para asustar a todo el con el infierno y las tentaciones de este mundo. No me valen para nada. ¿Y los políticos? Para crear problemas que no existen y no resolverlos. ¿Y las mujeres? Para dominar a los hombres y volverlos como un calcetín. ¿Y los amigos? Para que te traicionen un día o te pidan dinero. Entonces, toda la gente que conozco me sobra. Todos los que me rodean no quieren sino mi mal. Todo el mundo está de más ya que no me buscarán más que problemas. Yo solo he de valerme en este mundo traidor. Todo el mundo sobra menos yo, que soy amable, sencillo y sincero. Y se fue andando y miraba a la gente que veía por encima del hombro ya que eran malas por una causa o por otra. Y se sintió feliz al hacer la reflexión que hizo y se consideró la mejor obra de la creación de aquí a Lima.

Yo soy el mejor,

dijo y dio un tropezón y cayó de cara al suelo y dejó de decirlo.

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