lunes, 17 de febrero de 2025

 Las nubes buscan acomodo en el cielo. Quieren llover pero quizás la contaminación no les deja. O un estado atmosférico que no promueve la lluvia. Estaremos secos, muy secos, todo el año. Parece que nieva y llueve del otro lado de las montañas, allá, al norte. Pero no lo vemos. Es un dulzura la lluvia. Se mete entre la hierba y las raíces de los árboles, se mete entre la piel de las lombrices, se mete muy hondo, como el pene de un antiguo sátiro en una doncella medieval. El mundo va sin agua y, cuando cae, arrasa tierras y regiones y casas y coches. Es una pena esto de la lluvia. Está tan mal repartida como el dinero. Los bancos y ricos en el mundo han obtenido ganancias récord. Deberían hacer donaciones o repartir un poco esas ganancias en cuestiones sociales, como máquinas contra el cáncer. O dar una oportunidad a ese hombre que está en la Gran Vía pidiendo. La lluvia es generosa. Que lo sean también los ricos.

La riqueza no debería ser patrimonio de unos cuantos.

La riqueza hay que repartirla pero no robarla.

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