viernes, 21 de febrero de 2025

 El paso de las horas es como una tortura muy lenta que va horadando la paciencia, una carantoña a la muerte. Los días son como lunares que portan la insidiosa insipidez de los frutos cansados. Ya es hora de decir basta y escribir aquí por qué estoy harto de que pase el tiempo impunemente, sin hacer señal de mejora del espíritu. El cuerpo se va erosionando de los años, de la costumbre de hacerle daño. El espíritu no se alza con poder, con el signo de la victoria. Quizás falten esos raptos de amor por Dios, esas caricias anímicas a lo sobrenatural. Solo sé que el tiempo pasa, los días pasan y yo sigo siendo el mismo de siempre. No apaciguo mi existencia si no hay algo de por medio. No sé prácticamente quién soy si no hay aventura.

Querría salir a la carretera y rodar y rodar

para que yo fuera otro en otro lugar, en otro mundo sensorial.

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