domingo, 2 de febrero de 2025

 El duque de Alba se quedó asombrado de que pudieran existir dos seres tan risueños, tan pasotas, tan ácratas. Y demostró su simpatía llevándose a los labios un sorbito de champán. La vida, entonces, era muy divertida. Comíamos un cocido maragato en no sé que calle de Madrid. Quedábamos antes en la calle Fuencarral número 20, donde los maricas pululaban como moscas. La vida entonces era muy divertida. Yo llegaba de algún punto de Madrid, atravesando kilómetros en metro y autobús de donde había dado clases y ya la tarde se nos iba en dar paseos y paseos por las calles. Pero yo iba cargado con mi mochila de exámenes y redacciones. Y era muy pesado, así que lo dejamos. Y luego, un mal día, dejamos de vernos porque todo era un problema. El amanecer y la administración eran un problema muy grande, así que lo dejamos.

Tú fuiste la alegría y el problema.

Yo fui el descontento y el olvido.


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