Son seres así como mitológicos. Se instalan en unas alturas irreconocibles y desde allí, dictan doctrina, dictan su voluntad a los demás. Pero no porque sean inteligentes y sabios, no, sino que son como los ignorantes de todo que pasan por sabios por su terca ilusión de someter a los demás a su antojo. Y así, dominan a los demás les guste o no les guste porque las cosas son como ellos las imaginan o las creen pero sin consenso de nadie. Y dicen que son lo que hoy se llama progresistas pero son peor que una dictadura antigua y casposa. Son gente abominable que nadie desearía conocer por eso, por su insondable ignorancia, por su estúpida arrogancia y por su deseo de que todo tome la forma que ellos digan.
Decide tú si las antiguas ánforas solo contienen el agua del mar,
decide tú si merece la pena bajar a las profundidades.
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