Me ha surgido un temor a causa de unas personas desafectas y tristes que rondan mi vida cual perros de la calle. Pero bueno, se lleva como se puede esta pasión oscura de modo que, si no pienso en ellas y no hablo de ellas, desaparecerán de mi pensamiento. Poco a poco estas gentes malhadadas no supondrán nada para mí, como ya está ocurriendo. Debo pensar más bien en la gente que me quiere y no en estas mal encaradas gentes que no han hecho nada por mí en los últimos años. Son gentes raras, de malas querencias, obsesivas con lo material, familiarmente nulas, no deberían significar nada para mí pues no han hecho nada por mí en mucho tiempo. Son gentes desagradables de trato, feas de alma y dudosas de moral. Debo olvidarlas, debo olvidarlas.
Están aunque borrados por una niebla oscura
ateridos del frío del metal infecto.
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