Me he bebido un par de vasos de agua. A continuación voy a contar la historia de un escritor que se llamaba Darío Francisco Melchor Dávila, más conocido por Dávila. Este señor nació en 1915. Fue diagnosticado de una enfermedad mental a los 22 años y así, no fue a la guerra. Luchó por sus hermanos pequeños y sus padres todo lo que pudo en una situación catastrófica, en la que él se encontraba sufriendo depresión tras depresión. No había medicinas específicas para la enfermedad que él tenía, pero el médico de su pueblo le dijo que no bebiera alcohol y él lo cumplió. Conseguía algo de comida de los militares cuando se estacionaban en el pueblo. Dávila empezó a escribir pequeños relatos en un cuaderno que le compró su padre y con un lapicero. Es famoso el cuento titulado "Los escombros", que Dávila dijo haber escrito en media hora. Dávila ya murió pero dejó una visión del mundo caótica y penosa de la Humanidad. Cuando consiguió publicar sus relatos después de la guerra civil, su familia entera pudo comer una vez al día. Los críticos, en la posguerra, alabaron mucho su estilo y Dávila siguió escribiendo pues le iba bien para su enfermedad y su economía. Dos hermanos pequeños suyos estudiaron todo lo que pudieron y se instalaron en la administración, de modo que la familia de Dávila empezó a medrar un poco. Dávila asistía a las tertulias y siguió escribiendo en ese estilo tan suyo, tan dramático y puntilloso con las miserias humanas de todos los tiempos. Con la llegada de la modernidad a España, Dávila fue olvidado y solo se encuentra de él alguna reseña en los diccionarios de literatura.
La memoria me horada cada día
intentando recordar quién fui y quién soy ahora.
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