Estos días de septiembre, por la noche, llueve. Caen unas gotas gordas como garbanzos y destruyen la felicidad de las fiestas de la ciudad. Cual lluvia penosa, así cae mi pensamiento sobre las cosas que pasan. Hay que ver, qué cosas pasan. Tenemos ojos para ver y entendimiento para distinguir, si no, esto sería una sabana sin ninguna ley. Llueve por las noches y el cantante tiene que dejarlo correr e irse con la música a otra parte. La gente hace de las suyas y otros lo pagan. Unos gamberros rompen una marquesina de autobús y ya no hay dónde guarecerse. La gente mala susurra al oído de otras y estas creen en la boca que susurra y todo ya es malhumor y deseos de dañar al prójimo. Hay personas que no se dejan ver pero que están presentes como hienas pobres de la selva que quieren matar al león. No hay que dejar que esas hienas malditas horaden el pensamiento.
Acércate a mí muy despacio, como si la noche fuera a durar
pero no hagas como si no existiera, no hagas luz pobre que no alumbra.
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