Después de escribir tres blogs de estos sobre la enfermedad mental, me encuentro más tranquilo, como si me hubiera desahogado. Ahora voy a escribir de lo que me depara el día de hoy. Probablemente, hoy iré a la biblioteca a leer los diarios y unas pocas novelas. Al acabar, me iré a Las Rozas andando, pues ya no hace tanta calor. Al llegar a casa cenaré y me ducharé y veré la película de las 10, la de cine español, que algunas veces es muy mala y otras, me sorprende gratamente. Ayer estuve con mi hermano a Madrid, pasé por barrios que no conocía, nos tomamos una cerveza, anduvimos, charlamos. Hoy me he levantado presumiendo rutina y así ha sido. Una rutina inmensa, como una ola de cien metros. He escrito y me siento mejor. Por haber hecho algo en contra de la igualdad ramplona que impone el día.
El tránsito del viento por los pasillos helados
rompe el ser, aumenta el miedo.
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