La vida es demasiado corta para estar pensando en los demás. Si no hablas de una persona ni piensas en ella, es como si no existiera. La vida, además, da poco margen a la felicidad. Esta locuela se expresa mal en un existir lleno de polémicas, desastres, mentiras y falsedades que hay extendidos en el corazón de la gente podrida. Hay gente que prohíbe la felicidad a otros pero, ya ves, no pensando en ella, es como si no existiera. Lo dijo un filósofo austero de felicidad y con eso vale. La plaza de mi pueblo estará desierta de gente, solo habrá unos niñatos que hacen un ruido impropio del domingo. La herida que causan algunas personas se va, como se irán ellas, a la mierda, el día menos pensado. Y eso es lo que cuenta, que las personas de bien vivan bien, por los medios que sean, como el olvido y la indiferencia.
Va bien el mundo complejo
donde a los malos soportan los buenos.
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