He bebido otro par de vasos de agua. Ha sobrado pollo para el sábado. Conozco un señor con enfermedad mental que fue abogado, que se maneja bien en su vida y debe de tener cerca de 70 años. Vive en la urbanización de mi padre. Habrá un día en que a Paco y a mí nos incapaciten, pero ese hecho ocurrirá dentro de bastantes años. Mientras, vamos Paco y yo bien. Los enfermos mentales tenemos muchos obstáculos que salvar pues, lo que para una persona normal no es fácil, para nosotros es difícil. La vida de un enfermo mental está llena de miserias como ingresos, nueva medicación y visitas al psiquiatra. Pero Paco y yo en todo lo demás nos comportamos normalmente, incluso mejor que otras personas sin enfermedad mental. No somos derrochadores, avariciosos ni soberbios. Quizás nos falte algo de soberbia con los demás.
Sintiendo tan fría soledad,
se daba la escritura de ella.
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