Hubiera sido muy reconfortante para todos que estas personas hubieran sido normales. Pero no lo eran en absoluto. Todas estas personas tenían en común el gusto por mimetizarse con lo excelso, con parecer más, por fingir, por mentir con su cuerpo y su alma. Los demás no los entendían. ¿Cómo entender que esa gente quería ser otra gente distinta? ¿Cómo entender que sus deseos se hallaban más allá de ellos mismos? Había como una cierta osmosis entre todos ellos. Todos deseaban triunfar materialmente pues las cosas del alma no las entendían volviéndose su presencia tóxica para los demás. Y así pasaron los años y nadie los entendió: eran opacos, todas las miradas y preguntas resbalaban en su habilidad con el monosílabo, con la ocultación. Me hubiera gustado no haber hablado nunca con ellos.
La razón de las nubes es la lluvia
como la razón del hombre es ser sociable.
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