Nadie sabe a ciencia cierta cómo se consigue la felicidad. Obviando la realidad quizás se consiga algo de felicidad. Dejando que las cosas ocurran es una manera de ser dichoso, no interponiéndose en lo que tenga que pasar. Si damos demasiadas vueltas a lo que pasó y a lo que tenga que acontecer, no conseguimos la dicha. Se me ha roto la máquina de afeitar. Lo que hacemos cada día marca nuestra posibilidad de ser felices. Si la vida es pura monotonía insulsa, la felicidad se aleja mucho de nosotros. Tenemos la obligación de ser felices, para eso nos colocó Dios en la Creación. Pero a veces es difícil. Entonces hay que pedir a Dios que nos dé un poco de felicidad. Solo un poco, para ir tirando. Solo que sepamos qué hacer cuando nos levantemos por la mañana. Solo sabiendo que hay algo que hacer en nuestra vida, ya hay algo de desahogo en nosotros.
Fuera breve vivir, fuera tranquilo,
como una garza bebiendo en el río.
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