Ya van tres días que me levanto a las 9.30. Las mañanas huelgan, las horas traspasan el deseo, lo vuelven volátil. Me gasto dinero en humo, un humo malo. Las avenidas se llenan de autobuses, coches, ambulancias y gentes andantes que buscan un ideal que quizás no encuentren hoy y ningún día. El que se lamente de ser pobre, peor para él, va a ser pobre y lamentoso. Viene un viento fresco por la ventana. Lo noto, lo albergo en mis pulmones y lo expulso como si no valiera para nada. Y, sin embargo, sirve para que viva, para que se oxigene mi cuerpo. Agradezcamos lo que tenemos, no deseemos de lo que carecemos y nos irá mejor. Hoy el día se hará largo o corto si nos llega a gustar. Vivamos con paz mental y deseo de mejorar.
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