Los psiquiatras, cuando actúan con el enfermo mental, procuran, mediante la medicación (lo único que tienen a mano para curar esta enfermedad), tener al enfermo mental en un tono vital bajo, medio contraído de emociones, medio tristón. Es para evitar emociones fuertes que podrían derivar, en mi caso de trastorno bipolar, en una manía, en una euforia que llevara a cometer cualquier locura. Y así, los enfermos mentales parece que están en un limbo o en un sentimiento muy modesto de emociones, no se ríen apenas, quiero decir no nos reímos, no desbordamos nuestra emoción, estamos medio tristes, medio bobos por la vida. Así es la manera de controlarnos.
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