domingo, 19 de octubre de 2025

 Cuando se liaba la madeja, siempre había uno que pegaba más voces que los demás para llevar razón. Y se la dábamos por no oírle ya más. Y siempre era el mismo. Y la conversación ya se perdía en la tarde y todos resultábamos como agredidos conversacionalmente por este cantamañanas que llevaba los asuntos como a terreno personal, como si le ofendieran en lo más íntimo lo que se trataba. Y siempre derivaba todo al terreno político. No había manera de decirle a este gallo de pelea que no nos interesaba lo más mínimo su postura política tan exagerada. Hasta que un día, en el ardor de la trifulca, se cayó de la silla. Y nos reímos todos un montón. Porque cuando defendía sus locos argumentos, accionaba con manos y pies. Y se cayó. Y fue un día memorable que le recordábamos todos cuando se encendía: que te vas a caer de la silla.

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