miércoles, 22 de octubre de 2025

 Los cheyenes decían, antes de ir a la batalla: hoy es un buen día para morir. La vida es una batalla que últimamente se ha reducido a una batallita para luego poderla contar. Los jóvenes miran la ginebra del vaso y se marean porque su futuro es incierto. Cuando yo hacía la carrera, el futuro era incierto también. Había quién decía, en quinto curso, ya acabándola, que trabajaría de cajera, que a ella no le asustaba el trabajo. No he oído una declaración de realidad más fuerte en mi vida. La gente se movía en aquellos tiempos por aspiraciones pequeñas, por un dinerito pobre y que había que pelear. Ahora vuelven a cocer habas. Pero los jóvenes se adaptan a lo que sea, a lo que venga. La sociedad debería cuidar a su juventud, no debería driblarle el futuro pero así es.

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