En los institutos, hoy se vive un día de gloria porque mañana no hay clases. Los profesores también se dejan llevar de esa flaqueza de la voluntad y dan las clases más livianas, más frescas y ligeras. Los alumnos, que saben que hasta el lunes no hay la misma tortura de todos los días, se dan a la alegría de los viernes, a intervenir un poco de modo jocoso en clase. Los empollones también participan de la fiesta y procuran estar en sintonía con el resto de sus compañeros y hacen alguna gracieta. Cuando suene el timbre a última hora ya está todo ultimado. Salen en tromba los muchachos como locos a abrazar el prometedor fin de semana. El interino coge su mochila y coge tren y coge bus y llega a su casa muy tardío. Es viernes por fin y todo es bueno esa tarde de descanso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario