Hoy, en Madrid, en la capital del reino de España, se han formalizado contratos millonarios mientras el mendigo transita por la acera formalizando su hambre y su desgracia. A nadie le va bien del todo porque, menos mal, somos todos imperfectos. Todo el mundo quiere más y más en este circo de pobreza y riqueza ambientada en despachos y aceras inhumanas. Decía Mark Twain que explotar al pobre se llama negocio. Hay demasiados ricos por kilómetro cuadrado. Y hay quien come muchas patatas y luego la boca le huele dolorosamente a patata cocida. Las terrazas están ahí: siéntate y disfruta del café y la conversación. Quizás mañana sea tarde. Somos moribundos que pasean por la ciudad.
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