Hands up, dijo la policía. Y todos alzaron sus manos. Estaban siendo detenidos. Ellos no habían cometido ningún delito. No estaban muy asustados. Fueron pasando del pequeño velero a un barco. Horas más tarde, ya estaban en una cárcel cercana a la costa. Lo que sí estaba claro es que todos eran activistas, sea esto lo que sea. Ellos se habían activado por cuestión de la guerra o el genocidio o la masacre. La verdad es que un líder político estaba haciendo cosas no comprensibles para la comunidad internacional: matar a gente indefensa y echarla de su propio país. Lo malo es que detrás de todo esto estaba un partido terrorista que se negaba a devolver unos rehenes que hizo en un atentado terrorista masivo y brutal hacía ya un año.
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