Cada vez pienso más en la vulnerabilidad de la gente y de la mía propia. Por ejemplo: un camionero haciendo trabajos domésticos se rompe un brazo y ¿cómo conduce? Si el camionero lleva un tren de vida muy alto, con ropa de marca y conociendo gastronómicamente muchos restaurantes michelín, ¿cómo se apañará con el sueldo del seguro? Malamente. Pocos regalos para sus hijos, poco comer altisonantemente y menos vacaciones por el brazo roto. Pero descansará del camión y a lo mejor se dedica a componer barcos antiguos por fascículos a una mano. La gente del común no valemos para nada pero los que tienen pasta, esos, sí que se lo montan bien porque pueden hacer lo que les dé la gana. A ellos no les afecta la vulnerabilidad de la vida como a mí (que padezco de la mente) y a otros (que también padecen de la tontería de la mente).
Nota el error, pero no ofendas al autor.
Bien es verdad. No hay que echar las culpas a la gente de lo que hace mal, pero sí quizás decirle lo que ha hecho mal.
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