Una mujer de cinco hijos, salía todos los días a las 3 de la tarde, desafiando la ola de calor, a rezar unas oraciones a una virgen que estaba encerrada en una ermita a la salida del pueblo. Esta mujer le rezaba muy fervientemente por sus hijos que era todo lo que ella quería en el mundo. Sus hijos se fueron haciendo mayores y volaron del hogar materno. Pero ella seguía rezando por ellos a la virgen, a las 4 de la tarde, hora en que llegaba a la ermita. No quería que la viera nadie del pueblo, de ahí la hora tan desacostumbrada. La mujer se hizo vieja y un día tuvo una revelación de la virgen. La virgen le dijo: "entrarás en el Reino de Dios". Al llegar a la casa solitaria, se sentó en una silla, se durmió y allí murió dulcemente y fue a los cielos.
El anillo de oro no corrige el defecto de la uña.
Este dicho es parecido a: "aunque la mona se vista de seda, etc. Por muy bonitos que nos pongamos, cada uno tiene unas características naturales que pueden ser feas y no podemos taparlas.
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