Había cinco personas en el bar: el pastor Jeremías, que pronto acudiría con el ganado después de beber un anís. El funcionario Luis, que acababa de salir de casa porque no pudo echar siesta y se tomaba un anís en la barra. El agricultor Jesús, que, dejando el anís en la mesa, salía a fumar su cigarrito afuera, al calor. El jardinero José, que chupaba de su caña de anís con agua. Y por último, Samuel, que había llegado de Madrid esa mañana y se tomaba un anís en la barra e intentaba sin éxito trabar conversación con Luis el funcionario. Uno de los cinco acababa de cometer un homicidio. Acababa de matar a una vecina del pueblo por una discusión muy acalorada. Pero el asesino se mostraba tranquilo después de haber dejado tiesa a Francisca la maestra. Y no fue el funcionario ni el pastor. El jardinero José era el sospechoso de la policía cuando esta llegó al pueblo y descubrió el cadáver. Las pruebas dijeron también que fue el jardinero. Francisca ya no verá más la luz del sol. José, el jardinero, se tirará un tiempo a la sombra. ¿El motivo del asesinato? Francisca trataba con desdenes los ofrecimientos amorosos de José y tan desdeñosa se puso que provocó su muerte. Ya todo el anís está vendido. Una piedra muy grande en la cabeza acabó con los desdenes de Francisca. Qué se le va a hacer.
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