Hablando se entiende la gente y callando, no hay Dios que se entere uno de nada. Bueno. Había un hijo que compró a su madre unos zapatos. La madre era ya anciana y los zapatos eran suaves de llevar pero estaban pensados para un evento, para un acontecimiento especial, para una ocasión pero la anciana los estrenó al día siguiente. El hijo se extrañó pero la anciana le dijo que cualquier día podría estar muerta. Le dio las gracias al hijo y se fue a dormir después de tener los zapatos puestos todo el día.
Dicen que estamos en otra ola de calor pero yo no la noto. No noto los 40º de la última ola de calor en junio. Aunque haga calor, se puede respirar.
He estado hablando con mi hermana. Me ha contado muchas cosas que no sabía. Lo celebro. Como digo arriba, hablando se entiende la gente.
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