Había un país en el que solo había un habitante. Se trataba de una mujer que se llamaba María. María comía de lo que daba la tierra espontáneamente. Vivía en una cueva muy confortable pues la aislaba del calor y del frío invernal. Cuando quería iba a la playa andando y se bañaba. Podríamos decir que lo tenía todo para ser feliz: comida abundante, pues criaba pollos, conejos, ovejas y vacas a los que no tenía que cuidar. Tenía todo el tiempo del mundo para hacer lo que quisiera. No tenía obligación alguna. Pero estaba triste. Tanta soledad le provocó una enfermedad mental. Sufría depresiones y ansiedad, no dormía bien por las noches y aunque buscó soluciones naturales, no decaía su enfermedad. Hasta que un día aparecieron dos hombres y sus mujeres en el país. Venían de lejos y María les enseñó todo para poder vivir a gusto. Pero la enfermedad persistía pues seguía María en su soledad.
No me ha salido una historia correcta y cerrada pero bueno, ahí está. No la pienso borrar.
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