La coca cola estaba muy buena cuando iba a La Losa pasando por Otero de Herreros en bici. En Otero de Herreros jugamos una tarde unos partidos de futbito organizados por ese pueblo. A mi hermano se le rompió el pantalón corto y se le vieron las vergüenzas. Pero a mi primo se le fue la mano con la cerveza y se cayó de un coche (menos mal que no en marcha) por una cuneta. Recuerdo aquel día como un día (claro) de despropósitos. Hicimos lo posible por llevarnos a mi primo al pueblo pero ya eran dos jarras las que se había bebido y no le bastaban. Exhibía orgulloso la tercera y dijo que nos fuéramos. La regañina de su madre tuvo mucho que ver en que abandonara un poco la bebida. Y además, mi primo ha dejado de fumar porque cuando le operaron del colon, un neumatólogo le convenció para dejarlo. Al pueblo y sus gentes las doy un poco por perdidas al igual que los de mi pueblo nos dan a Paco y a mí por dos extraños a los que no hace falta ni saludar. Bueno. El pueblo, para los que viven en él, suelen decir.
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