Había un padre que siempre estaba menospreciando a su hijo: le llamaba inútil, que no sabía hacer nada y así todos los días. Un día este hijo se rebeló y lo hizo de la forma siguiente: no comiendo en casa del padre. Luego, con lo que le daban sus tíos los del pueblo y los de la ciudad cuando venían a casa, se compraba embutido y comía, a eso de las 4, un bocadillo. Y así estuvo hasta que encontró un trabajo en una churrería de camarero. Fue ahorrando, pues este chico era previsor y encima, estudió por la UNED la carrera de derecho. Se hizo abogado y no volvió a pisar por la casa paterna en su vida. A su madre la veía en su apartamento alquilado y ella le decía que su padre tenía gran pena pero este chico no cedía a verlo ya nunca más. Y se hizo abogado y ganó muchos juicios y hasta ahora que vive con su novia y tiene una hija a la que no se le pasa por la cabeza llamarla inútil ni una sola vez.
¿Quién sabe quiénes somos? (refrán cubano).
Es una pregunta que todos podemos hacernos, pues, ¿no vemos a veces con extrañeza este mundo que habitamos? ¿Qué es la Humanidad, quién soy yo o los otros?
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