Yo ya estudié en su día las revoluciones políticas que hubo en occidente: la revolución francesa y la rusa. Al final, hay mucha violencia. La revolución más cercana que hemos tenido en España es la de los independentistas, que acabó con un golpe a la nación española como está entendida en las leyes de España. Hubo violencia. No parece que hubo ningún muerto en ninguno de los bandos que se formaron. A mí me gustan las revoluciones silenciosas, en las que no hay violencia. En la revolución industrial que empezó en Inglaterra hubo muchísimos abusos a una población explotada y analfabeta. Yo llamaría a la revolución silenciosa y pacífica la revolución del alfabeto y de las tablas de multiplicar, la revolución de la educación. No solo es que no habría violencia en esa revolución, sino que habría solidaridad y buenos modales. Para ello es esencial que padres y profesores den buen ejemplo y el primer ejemplo que deben dar es la puntualidad, Cuando suene el timbre de empezar las clases, ya estar allí. Ser honesto con la asignatura que da el profesor. Y los padres, ser honestos con su papel de padre. Al final, esta revolución que a mí me gustaría sería la del teatro: que se cumpliera bien nuestro papel de padres y de profesores Y de hijos y de alumnos.
El blanco de la tiza resonó en la pizarra.
La clase había empezado siempre para bien.
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