Los Juegos Olímpicos llaman la atención de la gente porque el cuerpo se supera y también la mente. El ser humano es capaz de las mayores hazañas deportivas. En la vida diaria también nos superamos, también somos superiores a la mezquindad que nos pueda rodear. Conozco un personaje de novela que tiene que luchar con tantos inconvenientes y trampas que le tienden que es raro que no arroje la toalla. Es un partisano que lucha contra el ejército de Hitler en Italia. Traiciones, emboscadas, mentiras, con todo puede este señor llamado Hilario. Y al final, tiene una muerte tranquila y serena en un hospital rodeado de sus hijos y nietos, que le consideran un héroe. Esa lisura ilustre que comprueba que la espalda es el territorio, que la vida se aferra a la vida, que el dolor ya no está. Pasada ya la cumbre de la vida, el rigor ya no está, el hombre ha vencido a su pasado.
Mientras otros no viven la vida que les tocó vivir,
nosotros sabemos la luz de los astros que empujan el mundo.
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