En casa nadie nos enjuicia, nos mira, nos envilece, nos envidia. Desde pequeños, nos educan en la seguridad: ve con los que se parecen a ti, no te alejes mucho de casa, ten cuidado, ten cuidado. Pero podemos vivir lo dudoso y lo misterioso si nos lo proponemos y viviremos una vida más intensa. Él, que jugaba sin trampas al tute y al mus y que se fumaba un cigarrillo para espantar la tarde de primavera; él, el más amigo de sus amigos, ha venido esta tarde a verme. Cuando más viejo te haces ya vas temiendo las enfermedades, incluso tu muerte. Y también temes, con angustia, quedarte solo y que todo se hunda bajo los pies. Regreso al tiempo que no pude vivir, rememorando días azules frente a la montaña de siempre, Guadarrama.
Soportando futuro a las espaldas, van
como hombres que no saben qué hay detrás de los años.
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