En una canción de Manu Chao, una mujer dice: "La vida es atómica, pero nosotras podemos con ella" Había otro libro, no recuerdo su título ni autor, que contaba cómo una familia se iba dividiendo, dividiendo hasta llegar a la individualidad. O sea, cada uno por su lado. También leí de una novela en la que una señora dueña de un bar trataba como a animales a sus empleados, diciéndoles a cada paso: "Hay suizos, hay torteles, inútiles, que no sabéis vender". Crecemos confiados en los adultos, que no son seres malvados ni locos; así, solemos confiar en los demás pues, la naturaleza humana, a grandes rasgos, es generosa y caritativa, de modo que no salen en las noticias estos rasgos positivos sino los negativos porque nos atrae el morbo de las situaciones radicales. Algo se alzaba, tierno y jugoso, frente a mí. Eran los frutos de la maduración de mi ser al lado de mis padres; era la creación de mí mismo a lo largo de los años; era la confianza en mis semejantes que estuvieron conmigo en la vida, amándola. Y el león en invierno y los pájaros volando en círculos y la brisa marina y el algodón de mi ropa y los amigos, siempre los amigos...
Y qué decir de nuestra querida España,
este país de los demonios.
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