Voy a esperar un poco a que se ponga el sol y dejaré de andar pues ya me he paseado hasta ver el árbol que planté y he bebido de la fuente buena agua fresca. El pueblo está como a un kilómetro y yo vengo de 15 kilómetros atrás, de ese otro pueblo que se llama Otero. La arena, tan sola y desamparada no ha acogido mis pasos delante del mar este verano, ni ya veré la masa verdiazul de la esperanza y de la suerte. Te has olvidado de entregar al aire el alma y ya no la recuperarás, como nunca recuperarás haber invertido en monedas tristes tu vida fea. La moza loca, la risa en la boca. Hay mirones de la vida, hay quien se mete a resolver los días de los demás, pero no saben esos que quien se tiene que arrepentir son los ladrones y los entremetidos. A veces, mal vestidos, algo nos acontece: ir a la feria y encontrarse triste y no disfrutarla al final de la fiesta.
Si pudiera contar las tardes que he ganado en la vida
por ser ellas entusiasmo y alegría.
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