Los rasgos genéticos y ambientales forman al individuo, a esa incógnita que llamamos ser humano. ¿No somos acaso la primicia de la Creación? En un ser humano está todo lo que Dios creó perfecto. Qué pocos te llorarán en tu entierro, qué satisfacción correrá por las venas de tus vivos cuando tú ya no estés. Y es que no dejaste de odiar a aquellos que tenías alrededor, no dejaste de importunarlos. Hay una novela corta titulada "Donde el corazón te lleve" que es de una abuela que habla de su hija y de su nieta. Su hija se ha dejado llevar por las modas psicoanalíticas y de libertad personal pero lo único que consigue es su destrucción. La nieta huye a Canadá, creo, pero sigue manteniendo contacto con la abuela. Todo es un fluir, un padecer egoístas y locos. Había nieblas en la Tierra y vidas subrepticias. La consolación viene de Dios, de la palabra que dejó Dios en la Tierra. Suena a orilla de abril el gorjeo de los pájaros.
Y ahora puede percibir tras el mundo racional el mundo ardiente
de la fe y la bondad de la cueva en la que sobrevivimos.
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