Estos eran dos hermanos gemelos que tenían una enfermedad mental: uno tenía trastorno bipolar y otro trastorno esquizo afectivo. Creían firmemente que ninguno de sus familiares ni conocidos más cercanos sabían el nombre de sus enfermedades. Tenían la cincuentena pasada y llevaban una vida ordenada.
Hasta que un sobrino decidió que no podían seguir así, que necesitaban ayuda. Y el sobrino fue ante un juez a pedir la incapacitación de sus tíos.
Pero un trabajador social dijo que les veía a los gemelos muy bien asentados en su piso y que no necesitaban tutor alguno. El juez le dijo al sobrino que volviera más tarde.
Y el sobrino ya no volvió. Una tremenda depresión le cayó encima y era ahora él el que tomaba pastillas y no se recuperaba de su mala salud mental. Tuvo que ir a psiquiatras y ahora entendía mejor a sus tíos. Se le ve al sobrino dar paseos de la mano de su pareja y sus hijos, lamentándose de su vida y no queriendo comer.
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