Víctor Frankl vivió experiencias extremas en un campo de concentración nazi que luego pudo contar. Sobrevivió. Quizás los estudios de psiquiatría que tenía le ayudaron a sobrevivir en esos momentos difíciles en que le daban una sopa diaria para hacer trabajos al mandado de un cruel guardia. En este mundo, hay que saber cosas. Si no las sabes, para eso está el periódico, los libros, un amigo sabedor, una biblioteca, internet... Hay ahora numerosas instancias en las que poder aprender algo. Pero para aprender, hace falta curiosidad por la vida y por lo que nos rodea. Y eso no lo tienen todos. Suena la corneja en el olmo antiguo. Ya no suena el chatarrero. La vida va así: unos saben, otros desean, los de más allá lo ignoran todo, los de ese rincón pasan la mañana. Los libros descansan ya casi muertos, el pan ha duplicado su precio; el dolor de no saber hace mucho daño.
Toma, lee, le dijo el sabio al que quería saber.
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