Tener deseos que se puedan cumplir es una buena política de vida, no la política al uso. Si uno se marca en el día que amanece pequeños deseos que son como pequeños placeres que se puedan cumplir fácilmente, se es un hombre feliz. Por eso es bueno limitar los deseos a los contornos que te rodean. Y si se cumplen, mejor. Si pides peras al olmo, vas de cráneo. Pero si pides un café y un cigarrito leyendo el periódico, has pasado el rato y has cumplido un pequeño deseo que es un pequeño placer vivido. Hay gente soberbia y ambiciosa que pide demasiado a la vida y nunca están contentos. Allá ellos. Los deseos pueden ser infinitos pues salen de la fantasía de cada uno. Pero si ese deseo es alejado y ajeno a la realidad nunca se cumplirá y encima, el que lo desea, sufrirá pues no lo obtendrá nunca.
La mariposa ignora la muerte de los sastres.
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