La vida barata es fácil de conseguir, si te propones vivirla: no fumes y si fumas, de prestado cuando llegue la ocasión. No bebas y no vayas al bar. No tengas coche: es una ruina. No tengas móviles ni aparatitos: son un engaño ruinoso. No tengas teléfono alguno: el que quiera hablar contigo que venga a tu casa, con algo para comer y se lo cuentas por capítulos para que vuelva. Mira mucho la televisión: es barata y consume mucho tiempo barato también. No salgas con amigos ni novias ni novios: sale carísimo. No vayas al cine ni a espectáculo alguno: son todos repetitivos. Vete a un sitio de venta de libros de segunda mano y cómprate de ellos unos cinco kilos: te entretendrás y ganarás conocimientos por poco dinero. No viajes: viajar supone una ruina. Cambia los viajes largos por largas caminatas por los exteriores de tu pueblo o ciudad: perderás peso, verás cosas, ganarás en salud por solamente el desgaste de suela y saldrás ganando. Come poco y bien, mucha legumbre y verdura: cualquier supermercado hace ofertas irresistibles para que comas bien y barato: este debe ser tu mayor gasto y casi el único hasta que ahorres lo suficiente para pasar una vejez atendido por tus ahorros ya que tus hijos no estarán a tu lado en esa edad. Lleva una vida tranquila, procura no ir al médico ni tomar pastillas, que la alimentación sea tu farmacia más asequible y efectiva. No tengas hijos y si los tienes, mételos en la senda de la privación, no del capricho. Que tu casa sea un monasterio más que un almacén de trastos. Por último: no invites ni des dinero a nadie; antes, que te lo den a ti. No hagas regalos estúpidos pues cualquiera lo es. No celebres nada, pues no hay nada que celebrar en este mundo ruin. Solamente celebra que estás vivo pasando la vida que bastante es, pues ya sabes que muchos están muertos.
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