El otro día un profesor dijo en clase que es un signo de inteligencia saber lo que se calza, saber hasta donde llega uno, conocer los propios límites pero yo digo que sin la ilusión de llegar lejos tampoco se puede vivir. La ilusión no ha de perderse nunca.
En este mes que empieza en el que un sol medio muerto mal calienta el aire y avecina el invierno frío hay que fijarse en aquellos ejemplos de entereza ante la vida, en aquellos hombres y mujeres que miran al futuro con ojos esperanzados, alegres y confiados en él, como si fuera un aliado mientras viven el presente como si estuvieran en una salsa muy rica.
Yo me desespero a veces y tengo tendencias depresivas que me hacen desconfiar del presente pero cuando veo a una persona reír o mostrar fe en lo que hace y en lo que piensa me pongo yo también a pensar que merece la pena estar vivo y luchar como luchan y viven con toda la tranquilidad y el ánimo estos modelos de bien hacer ante la vida. No nos desesperemos y aunemos en nosotros el sabio conocimiento de nuestras limitaciones sin renunciar a aquello que deseamos para que se cumpla y así ser felices.
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