Ya no me como el tarro con lo que debería estar haciendo, con lo que debería hacer, con lo que no he hecho; simplemente, vivo la vida que me toca vivir.
Hay muchos tiempos muertos en mi vida, hay muchos instantes en que me quedo mirando al infinito, añorando un pasado y renegando de un presente pero ya son pocos esos instantes.
Me he propuesto ser escritor y de hecho, escribo. Escribo una novela y tengo proyectadas otras dos. No me siento orgulloso de escribir. Hay mucha gente que escribe y lo hace muy bien.
No se trata de competir con esa gente que escribe, sino de escribir yo lo mejor que pueda para satisfacción mía y la de mis lectores.
Juan Rulfo, un funcionario mexicano escribió una obra por la que será recordado: se llama "Pedro Páramo". De difícil lectura, esta obra narra la vida de todo un pueblo en sus apenas 100 páginas. Esta obra tiene colorido, impresiona, sorprende y gira entre los muertos y los vivos, lo real y lo fantástico de modo sublime.
No es que yo quiera parecerme a Juan Rulfo, sino escribir lo que yo siento a través de una historia y unos personajes. Y si lo hago bien, esa historia perdurará.
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