Hoy ha sido un día cansino: me he levantado pronto y me he ido a la facultad a buscar un libro. Me han dicho que me lo entregaban a las seis de la tarde. Luego he ido a clase y como han faltado las mendas que tenían que exponer, mañana me toca exponer a mí primero ante una clase llena de extraña gente mirándome.
Luego he tenido que ir otra vez a la facultad por el libro y he estado resumiendo hasta las siete de la noche, pues noche era ya. Me he percatado de la tranquilidad que hay en los bancos de la universidad: es algo divino. Me he echado unos cigarros y me he tomado un café en una cafetería un poco deprimente a esas horas. La verdad es que no sé cómo será la facultad cuando hay movidas de estudiantes (se nota la agitación en las pintadas de rebelión, de llamamientos a los trabajadores (trabajoderes) y estudiantes para la movilización y otras historias que hay en las paredes).
Luego he bajado a Moncloa y he cogido el bus de vuelta. Vaya trajín. Y mañana, a exponer y no me he leído el libro todavía.
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