En los peores días
yo me he fumado
tristes cigarros
aquí metido.
Nos dan uno cada hora
esas enfermeras tan majas
mientras vemos la televisión.
Pero no creas,
las pastillitas
que aquí nos dan
nos recolocan
el pensamiento
y nos relajan
mientras hablamos
con otros enfermos.
A las seis viene mi madre
y ya me dice qué tal me ve.
Pronto saldré
de estas paredes
a enfrentarme
con la otra locura,
la locura de la puta calle.
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