A lo mejor se me puede tachar de cenizo antes que de conocedor del mundo. Bueno, yo conozco poco mundo, la verdad. Pero he leído a lo largo de mi vida lo que la gente no puede ni imaginar y además, desde una edad muy temprana. Y, como las historias que he leído generalmente se basan en la vida misma, pues puede que sí sepa algo de la vida y del mundo como para escribir que, en esta vida, si te descuidas, estás llorando cuando hace solo un día, estabas disfrutando como un oso. Hay novelas de 800 páginas que la gente normal se asustaría de tener que leérselas en el caso que tuviera que leerlas. A mí, sin embargo, me han atraído muchísimo novelas de 200 o de 800 páginas porque sé que tienen una verdad fuerte dentro. Y las he leído. Y, si eran buenas, me han infundido, creo, una paciencia para llevar la vida. Hay gente que no lee nada casi. Peor para ellos. Una novela pensada y escrita puede dar que pensar mucho más que tratar con la gente que nos rodea. Y más que una película. Y más que un ser al que queremos y odiamos a la vez. Y más que cualquier otra cosa en el mundo.
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