Hay gente que se toma sus vinitos (lo llaman vitamina) y sus cafés. Son momentos de confidencias y de risas en la mañana. Los taxistas hablan de la crisis en la parada. Hay taxistas funestos que todo lo ven mal: una ruina para el país la política que se lleva. Hay otros taxistas que son más optimistas quizás porque han madrugado y tienen la cartera llena ya a eso de mediodía. A la hora de comer, comen, se echan una buena siesta y ya no van por la tarde a rular por las calles. Dan un paseo con su hijo pequeño (santo Tomás uno y no más) Y luego se acuestan felices por eso, porque han llenado la cartera y podrán darse el lujo de ir a León en Ave y comer cecina y esas cosas que hay en León. Y si no, pues a Barcelona a comer butifarra, que también está muy rica. Y ya no tienen más niños porque ya uno es un dispendio que al cabo del mes se nota en la cartera porque ahora, los niños llevan tras de sí tres kilos de achiperres, impedimenta que hay que trasladar a cada sitio que se va. Si son dos niños, seis kilos de impedimenta que no hay Dios que la soporte.
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