¡Cuánta gente habrá que esté pasándolo peor que yo! Pero cuánta gente también lo está pasando mejor que yo. Entonces, con esta ecuación que he hecho en dos frases, estaré en medio de los que lo pasan genial (como ellos dicen) o los que lo pasan fatal (putas, como ellos dicen). Así que no hay motivo para la queja. Paco ha ido a visitar a nuestros padres y, cuando vuelva, traerá unas cervezas que beberemos y luego, daremos un paseo a lo oscuro de la tarde. Genial, dirán unos. Qué mierda, dirán otros. Pero es lo que hay. Yo no suelo quejarme mucho. Tampoco soy egoísta, como opinan algunos, sino que algo de lo mío también es para los demás. No soy egoísta y sí que conozco gente egoísta y roñosa (rata, como dirían por ahí). La vida nos pone en nuestro sitio a la menor ocasión. El rata se tentará el bolsillo pero nunca sacará ni un euro para pagar y el generoso pronto tiene el billete para que el camarero se cobre. Esa es la diferencia y en cualquier momento se puede comprobar. Una cosa es un egoísta y otro un ser generoso y abierto a los demás.
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